Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL


1621
Legislatura: 1894-1895 (Cortes de 1893 a 1895)
Sesión: 5 de junio de 1895
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: 137, 4257-4258
Tema: Continuación del debate sobre el nombramiento de jueces

El Sr. SAGASTA (D. Práxedes Mateo): Hablando con toda sinceridad, es evidente que la situación difícil en que nos encontramos, sólo se puede sostener a fuerza de transacciones y de prudencia de una y otra parte; porque, si cada cual se empeña en hacer uso de su derecho por completo, claro está que semejante situación no podría continuar.

Por eso el Gobierno cede en parte de su derecho en una porción de cuestiones, en muchas; por eso la mayoría del partido liberal, y aun el mismo partido republicano, ha cedido también en muchas cuestiones parte de su derecho. Todo ¿por qué? ¿A favor del Gobierno? No; en favor del régimen, en favor del país, en favor de la Patria, por verdadero patriotismo. Es evidente que el partido liberal no viene comprometido a más que a facilitar la legalización de la situación económica y la aprobación de los presupuestos; en todo lo demás tiene amplísima libertad; pero si esa amplísima libertad la ejerciera realmente, el compromiso primero sería completamente inútil, no lo podría realizar, toda vez que la mayor parte de las cosas que pace el partido conservador no le parecen bien al partido liberal, y por ellas merecería un voto de censura. Pero ¿qué resultaría para el país y para el partido liberal, si por la menor contrariedad que tuviera éste, por cualquier acto de ese Ministerio que le disgustara, le diese un voto de censura prescindiendo de sus compromisos? Pues que se diría que derribaba al Gobierno por sustraerse al cumplimiento de los compromisos que con él había contraído. Y eso no lo puede hacer ningún partido formal, ni lo puedo autorizar yo.

Claro está que, si eso sucediera, habría algunos que echarían la responsabilidad sobre el Gobierno y otros sobre el partido liberal. Pues yo quiero que esa responsabilidad no caiga ni sobre el Gobierno ni sobre el partido liberal, porque, si en algún momento falta la prudencia de parte del Gobierno, quiero que el partido liberal la tenga. Los partidos están obligados a hacer sacrificios, y no son verdaderos partidos de gobierno cuando no los hacen, si esos sacrificios redundan en bien del país .

Y vamos a la cuestión presente, porque en esta difícil situación en que nos encontramos, claro está que todo toma un carácter diverso del que tendría y del que tomaría en circunstancias normales. Aquí, si la mayoría no fuera oposición, o, mejor dicho, si la oposición estuviera, como esta generalmente, en minoría, en ese caso la oposición manifestaría sus opiniones, concretaría sus ideas, determinaría sus doctrinas, muchas veces, como se ha hecho siempre, enfrente de las doctrinas, de las ideas y de las opiniones del Gobierno, por medio de proposiciones incidentales, en las cuales de un lado se comprometen los individuos en defensa de las ideas de su partido, y en las cuales se comprometen también de otro los que están al lado del Gobierno en defensa de las ideas que el Gobierno profesa. Pero es que ahora no podemos hacer eso, porque esto, hecho por oposición que está, en minoría, como se suele estar en minoría siempre en circunstancias normales, no tiene trascendencia de ninguna clase. Se presenta una proposición sin ánimo ninguno de censurar al Gobierno, sin ánimo ninguno de criticarle, sin más objeto que el de concretar sus ideas, el de exponer sus opiniones y el de determinar sus doctrinas; la cual se discute y se vota, presentándola como doctrinas enfrente de las doctrinas sustentadas por el Gobierno; pero como la oposición está en minoría, no resulta más que la afirmación de las ideas del partido enfrente de las ideas que profesa el partido gobernante.

Mas ahora, como la oposición está en mayoría, toda votación toma un carácter distinto del que tendría si la oposición estuviera en minoría; porque, ¿qué resulta? Pues que como la oposición es mayoría, en toda votación resulta derrotado el Gobierno, [4257] resulta el Gobierno en minoría. Y esta es la gravedad de la situación, y por esto no hay que interpretar estas votaciones como se interpretan cuando la oposición está en minoría, ni se les puede dar el significado, la importancia ni la trascendencia que tienen las votaciones de la oposición cuando la oposición está en minoría. Pero ya se ve; la oposición republicana, que ha declarado aquí que lo mismo le da que esté en el Gobierno el partido liberal o que lo esté el partido conservador, que para ella el partido liberal y el partido conservador son lo mismo, lo que quiere es que el partido liberal sustituya al partido conservador, y que el partido conservador sustituya al partido liberal lo más frecuentemente posible, porque eso va realmente en beneficio suyo, marcha en la dirección de lo que ella desea; pero esto no puede ser el pensamiento, ni la idea, ni el propósito del partido liberal. ¿Qué significado tiene la proposición que se votó anteayer? Pues la proposición que se votó anteayer es una proposición que determina una doctrina del partido liberal enfrente de la doctrina del partido conservador, expuesta con bastante claridad, sin ambages ni rodeos, por el señor Presidente del Consejo de Ministros, el cual cree que, mientras un asunto no esta completamente finiquitado, no está completamente resuelto, no puede venir al Parlamento ningún documento que a ese asunto se refiera. Enfrente de esta idea está la del partido liberal en todos sus matices, incluso el matiz, dentro del partido liberal en general, de la fracción capitaneada por el Sr. Silvela (El Sr. Silvela pide la palabra), de que puede venir al Parlamento cualquier documento de un asunto que esté en curso, de que puede venir al Parlamento cualquier documento de un asunto que no esté concluido, que esté en tramitación, siempre que el Parlamento lo juzgue necesario para ilustrar su opinión y hacer lo que estime oportuno.

Pues bien; la proposición no tenía carácter de voto de censura, y no hubiera estado bien redactada en ese concepto. Tenía el carácter de afirmación de una doctrina enfrente de la expuesta por el Sr. Presidente del Consejo de Ministros, hasta el punto de que, si esa proposición se hubiera presentado por una oposición en minoría en circunstancias normales, nadie la hubiera dado el carácter de voto de censura y todo el mundo hubiera creído que era la determinación de una doctrina del partido que estaba en la oposición enfrente de la doctrina del Gobierno.

En ese concepto, pues, se discutió : y como tenía por objeto averiguar si con efecto las ternas para el nombramiento de jueces municipales se hacían con arreglo a la circular del Sr. Montero Ríos o si se prescindía de esa circular, desde el momento en que el Sr. Presidente del Consejo dijo solemnemente que la circular del Sr. Montero Ríos no estaba derogada y que el Gobierno la cumpliría, realmente la proposición, a lo menos para nosotros, no tenía objeto, y así lo dije yo, añadiendo que, si el Reglamento hubiera permitido retirarla, yo la hubiera retirado, o la hubiera retirado alguno de mis amigos que la firmaban. Lo que tiene es que ya tomada en consideración, la proposición deja de pertenecer a sus autores y pertenece al Parlamento, y había, pues, que votar la proposición. Aquí al partido liberal se le presentaban tres caminos: o abstenerse, o votar en favor, o votar en contra de la proposición. Yo creía que lo mejor era abstenerse, una vez que, según mi opinión, la proposición no tenía objeto y creía innecesaria la votación, y eso fue lo que yo aconsejé. Votar en contra no hubiera sido procedente, porque al fin se trataba de una proposición salida del seno de la mayoría, y no era cosa de votar en contra de ella. Votar en favor, hubiera sido correr el peligro e que se le diera a nuestro voto la interpretación que le daba la minoría republicana. Pero, cuando se procedía a la votación, observé que los señores conservadores se retiraban del salón absteniéndose y que se abstenían también los Ministros, y vi que, absteniéndose el partido liberal no quedaban más votos que los de los republicanos, y entonces me pareció que la Mesa, que tenía que votar la primera, iba a quedar en una situación muy desairada si no votábamos algunos con ella, por lo cual, dada la interpretación que he dado y que podía darse, voté la proposición.

Para mí la votación de esa proposición no tiene importancia ninguna, porque no podía considerarse como voto de censura, puesto que no estaba en el ánimo de la mayoría liberal dar un voto de censura al Gobierno, sino exponer sus ideas enfrente de las del Gobierno. Cuando de las ternas se trató y el señor Presidente del Consejo se comprometió a que las ternas vendrían lo más tarde para el 16 de este mes, no cuando el expediente esté concluido, sino antes, porque todavía quedan todas las reclamaciones que puedan hacerse contra los nombramientos que haga el presidente de la Audiencia; cuando de esto se trató, dije que yo no tenía prisa, que lo mismo me daba hoy que el día 16, y que mejor el día 16, puesto que tendríamos datos, noticias y antecedentes que hoy no tenemos.

Esa es la interpretación que yo daba a la proposición, y esa es la interpretación que la mayoría liberal de la Cámara daba también a la proposición. El Gobierno se comprometió a traer las ternas el día 16; la mayoría liberal, por mi órgano, aceptó ese compromiso, y yo declaro que mientras el Gobierno no falte a ese compromiso, no hay por parte del Gobierno falta de consideración a la Cámara. La habría, y digna de la mayor responsabilidad, si llegado el día de remitir esos documentos no los remitiera, si faltara al compromiso de traerlos aquí el día 16, único compromiso que adquirió en virtud de la proposición por la mayoría liberal presentada. (El señor Presidente del Consejo de Ministros: Pido la palabra.) ¿Cree el Sr. Azcárate que si el Gobierno, dada la situación en que se encuentra, hiciera un agravio al Parlamento, lo había de consentir esta mayoría? ¡Ah! No. Ese sería uno de los casos en que estaría justificado cualquier acto de esta mayoría contra el Gobierno. Pero no hay nada de eso.

El Gobierno se comprometió a traer las ternas el día 16; la mayoría, por mi órgano, aceptó el compromiso. Mientras no llegue el día de cumplir ese compromiso, la mayoría no tiene más que esperar. ¿Es que llega el día 16 y el Gobierno no cumple su compromiso? Pues entonces esta mayoría, sin excitaciones del Sr. Azcárate, y bastándole las indicaciones de su honor, cumpliría su deber.



VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL